El 0,6 % de la población adulta del planeta tiene el 39,3 % de la riqueza del mundo.
El 7,5 % de la población mundial ostenta otro 43,1 % de la riqueza total del globo terráqueo.
Sumando ambos, el 8,1 % de la población mundial posee el 82,4 % de la riqueza del planeta dejando al 91,8 % de la población adulta mundial, tan sólo acumula el 17,7 % de la riqueza total.
La tendencia actual dirige el reparto de la riqueza hacia una
distribución aún más polarizada. Esto trae como consecuencias la
desaparición de clases medias, pobres mucho más pobres y una minoría
aristócrata capaz de modular los mercados para que su enriquecimiento a
costa de las demás personas, el medio ambiente y los recursos naturales
no cese. Además, la corrupción generalizada en los gobernantes, que
rinden pleitesía a los intereses económicos de grandes transnacionales
lleva a la desaparición de políticas y sociales hace de la mayoría
empobrecida una sociedad poco crítica y atemorizada y, por tanto, sin
poder de reacción.
Otro mundo es posible, necesario y urgente pero para conseguirlo ¡hay que mojarse!
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