miércoles, 3 de febrero de 2016

Refugiados y refugiadas: El caso de las niñas y los niños

Según el último informe de Europol hay una nueva organización criminal de tráfico de personas aparecida con la crisis migratoria, en cuyas manos podrían haber caído 10.000 niños y niñas para ser explotadas sexualmente.

Os invitamos a leer la reflexión de la periodista Soledad Gallego–Díaz recogida en la Cadena Ser.
Tomar la iniciativa.

Si los políticos europeos no son capaces de hacer frente a la tragedia que se desarrolla día tras día en el Mediterráneo, frente a nuestras costas, quizá los y las ciudadanas deberíamos tomar la iniciativa y buscar la manera de presionarles para lograr que actúen. Está claro que ningún partido va a convocarnos para que manifestemos públicamente y de manera masiva nuestra indignación y nuestra vergüenza por la muerte de tantos hombres, mujeres, niñas y niños que no han cometido otro delito que intentar llegar a nuestros países y que se ven obligadas a arriesgar sus vidas en el mar o en manos de mafias de pederastas y proxenetas.

Se mueren o son violadas solo porque nuestros gobernantes son incapaces de actuar de manera coordinada y de organizar ese éxodo de forma ordenada y segura. Las fotos de los niños y niñas ahogadas, transportadas como fardos con sus madres desesperadas, no son consecuencia de una catástrofe natural ni mucho menos, sino de la incompetencia, la falta de liderazgo y el pánico de unos dirigentes europeos que no asumen su responsabilidad.

Si ellos no lo hacen, quizá los y las ciudadanas deberíamos encontrar la manera de decirles que nosotras sí queremos cumplir con nuestras obligaciones, que somos conscientes de nuestro deber con los demás seres humanos.

Una última observación: El proyecto de impedir las actividades de los pocos grupos humanitarios que proporcionan ayuda hoy y que salen al mar en busca de las embarcaciones precarias, supondría la profanación de una de las normas más antiguas de la humanidad. Una norma que nos dimos hace millones de años para poder seguir llamándonos hombres y mujeres.

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