lunes, 2 de octubre de 2017

Desarrollo y coherencia

No vale con querer que las cosas vayan bien. Debemos tomar partido, posicionarnos. A nadie nos son desconocidas las fechorías que se comenten a lo largo y ancho del planeta. Podríamos pensar que la cooperación al desarrollo es una herramienta útil para terminar con estos comportamientos y por eso, no son pocos los euros que se destinan a este fin directamente desde nuestros bolsillos o a través de las arcas públicas. Como en toda inversión deberíamos ver más allá y saber si con los fondos dedicados se consiguen los objetivos deseados. No hay más que ver las situaciones de injusticia, pobreza y violación de Derechos Humanos que se producen día a día para saber que estamos muy lejos de ese anhelado planeta en el que cohabitar de forma pacífica, feliz, justa...  para saber que no es suficiente el mero hecho de dedicar recursos económicos. Es necesario un drástico cambio en las directrices que seguimos, en nuestras ambiciones y las tendencias sociales que marcamos.

El Gobierno Vasco en sus políticas para la internacionalización de la industria vasca en la práctica deja fuera elementos clave como los derechos humanos o criterios laborales o ecológicos según el informe realizado por el Observatorio Internacional de América Latina. De hecho, un informe independiente encargado por el propio Gobierno a Hegoa, Instituto de Estudios sobre el Desarrollo y Cooperación Internacional (UPV/EHU), ya revelaba que en "una visión general se confirma la idea de que la política de cooperación es un elemento separado del resto de las políticas públicas que se desarrollan en Euskadi". En lugar de poner al frente de nuestra filosofía de vida valores como el bien común o la optimización de recursos, el lucro y el consumo son los que gobiernan incontestablemente nuestro modo de vivir. Por una parte, ignoramos de pleno el poder que tienen nuestros hábitos, nuestra cultura, nuestra identidad, nuestros actos para dirigir el devenir de la humanidad y por otra, esperamos que el dinero que dedicamos a cooperación al desarrollo, a la ONG de turno, a la persona sinhogar que pide en la calle... supla y contrarreste el efecto de nuestro modo de vida.

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